Pide Lo Que Quieres

(Homilía para Quinto Domingo de Pascua, Año B)

Una vez una mujer joven estaba embarazada con su segundo niño. Parecía que el bebe llegaba en el peor momento - las finanzas eran mal y la comunicación con el papá peor. Ella estaba considerando un aborto. Pero ella se acordó ver a alguien con un broche de Pies Preciosos. Representa los pies de un bebito a la décima semana de gestación – solamente un centímetro de largo pero con deditos miniaturas, perfectamente formados. Reflexionó que su niño no-nacido tenía tales pies y decidió que, a pesar de todas las dificultades, iba a tener su bebito.

Las dificultades, sí, vinieron. En el quinto o sexto mes, la doctora le informó que tenía placenta previa, una condición que “puede causar mortalidad para el niño y la mamá.”

Pero Dios no envía una prueba sin enviar la gracia para enfrentarla. Esa noche la mamá empezaba a rezar. Dios le inspiró a hablar con su niño no-nacido. Poniendo su mano sobre el vientre, le pidió perdón por su reacción inicial y que ahora estaba agradecida por un don tan bello – y que haría todo lo posible para protegerlo y cuidarlo.

En la próxima visita a su doctora, supo que la placenta había vuelto a su lugar propio.

Es una historia verdadera. Conozco a la mamá y la acompañé durante el embarazo. Muestra el lazo intimo – físico, emocional y espiritual – entre mamá e hijo, especialmente durante el tiempo más temprano de la vida.

Como cristianos bautizados, tu y yo tenemos un lazo aun más intimo con Jesús. Él dice:

“Yo soy la vid; ustedes los sarmientos.” (Jn 15:5)

Muchos se dan cuenta de una potencialidad entre ellos, algo que puede ser o hacer – que no se realiza. Solo quedándose en Jesús podemos ser esa persona. “Sin mi nada pueden hacer.” Pero unidos a él podemos lograr algo increíble – dar gloria al Padre. (Jn 15:8)

No es que somos tan grandes y tan fuertes o tan bellos. Sin embargo, la vida que fluye de Jesús, hace toda la diferencia. Si la permitimos entrar en nuestras almas, si no la cortamos por amargura, entonces “pidan lo que quieren y se les concederá.” El problema es que pedimos cosas pequeñas – salud, finanzas, vindicación, bienestar, etc. Levanta la vista. Pide algo realmente grande.

Si Bill Gates te dijo que pudieras pedirle cualquier cosa, ¿lo insultarías pidiendo hamburguesas por un mes? No lo creo.* Pues, el Padre hizo las galaxias sin contar y dio una fertilidad asombrosa a este planeta. Tiene riquezas más inmensas y más duraderas que las de Gates.

Pídele ayuda para entender lo que realmente quieres. Y se te concederá.

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*Si fueras atrevido – e inteligente – lo pedirías hacerte un miembro de su familia.

English Version

Boletín (Revisión Arquidiocesana)

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