Gatos Invisibles

(Homilía para el Sexto Domingo del Tiempo Ordinario, Año C)

Dichosos Uds. los pobres. (Lc 6:20)

Comentando sobre este versículo, San Josemaría Escrivá dijo:

“A mi modo de pensar los mejores ejemplos de pobreza son los papás de familias numerosas y pobres, que dan su vida para sus hijos y con esfuerzo y constancia – crían su familia, creando un hogar feliz donde todos aprenden a amar, servir y trabajar.” (Conversaciones 110f.)

Muchos de los “Baby Boomers” (personas que eran niños en los años cincuenta) crecieron en tales familias. Mi hermana, la menor de seis hijos y la única muchacha, no tuvo su propio dormitorio has llegar a la escuela media. Dormía en un sillón, no más. A pesar de ser pobres según los criterios de hoy, no éramos diferentes que muchos otros.

Aquella época ya está pasada. El motivo que los papás de hoy dan para no tener mas de dos hijos es, “los costos son muy altos.” Yo puedo identificarme con el dilema de los papás de hoy que se sienten presionados a tener dos trabajos. Y, muchas veces, las presiones de la sociedad de consumo causa que se hunden en deudas.

Sin embargo, hay parejas que han escogido a tener cuatro, cinco o más hijos – que han hecho la decisión que la mamá se quedara en el hogar. En una forma admirable están cumpliendo las palabras de Jesús, “Dichosos Uds. los pobres.”

En nuestra sociedad hay muchos ataques contra matrimonio y vida familia. Cohabitación, divorcio, aborto y control de natalidad ya son comunes. Nuevos procedimientos médicos, como inseminación artificial y fertilización en vidrio, han bajado el valor de la unión matrimonial. Durante los últimos años ha habido una campaña coordinada para cambiar la mera definición de matrimonio. Hay que enfrentar esta campaña, pero el hecho de hacerlo nos pone en una posición difícil. Déjenme darles una comparación.

Hay personas que tienen gatos invisibles. Proveen una medida de compañía para ciertas almas y parece que no causan gran daño. No obstante, supone que los dueños de gatos invisibles se juntan para demandar reconocimiento de los demás. Dicen que sus gatos deben tener los mismos derechos – y es injusto negarles licencias.

Pondría un dilema para los otros. No tenemos mala voluntad contra personas que tienen gatos invisibles y no queremos discriminar contra ellos. Pero, la verdad es que no creemos que hay tal cosa como un gato invisible.*

Pues, la comparación tiene limites. Mientras parecía ridículo reconocer legalmente la existencia de gatos invisibles, no haría gran daño. Lo mismo no se puede decir sobre la definición de matrimonio. Los que creemos en la santidad de matrimonio tendrán que vivir las bienaventuranzas en un nivel mas profundo. Obviamente, la bienaventuranza sobre pobreza – para los que escogen tener muchos hijos y los que estamos llamados a usar nuestros recursos para apoyar los que hacen una decisión tan radical. Pero también va a entrar aquí la ultima bienaventuranza.

Dichosos serán Uds. cuando los hombres los aborrezcan...

Vivir esta bienaventuranza requería valentía y oración. Ya nos acusan de ser intolerantes y opresores. Sería más fácil seguir la corriente no más. Pero el apuesto es muy alto. Si no respondemos al desafió, lo que nos espera no es una bendición sino una maldición:

¡Ay de Uds. cuando todo el mundo los alabe porque de ese modo trataron sus padres a los falsos profetas!

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*¿Puede alguien comprobar que gatos invisibles no existen? En modo semejante ¿Quien puede comprobar que no hay tal cosa como matrimonio homosexual? Uno solamente puede apelar al sentido común de la masa de hombres, reforzado por grandes maestros religiosos como Jesús y los profetas hebreos. El testimonio contemporáneo más poderoso viene de las personas que experimentan atracción al mismo sexo y, al mismo tiempo, aceptan la bella enseñanza de Jesús sobre castidad y la santidad de matrimonio. Viven las bienaventuranzas en una manera que me ha inspirado profundamente.

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