Tema básico: Separación de Iglesia y estado significa que honramos a las autoridades civiles, pero que la autoridad final pertenece a Aquel que está sentado a la derecha del Padre.

Durante las últimas semanas una lumbrera de televisión ha criticado a los líderes religiosos por expresar sus opiniones sobre asuntos sociales. Los acusa de "ignorar la separación de Iglesia y estado." Si la lumbrera tiene un entendimeinto correcto de la constitución norteamericana, lo dejo a otros. La parte que me interesó era su uso de la Sagrada Escritura. Encontró un versículo bíblico que el cree debe cerrar la discusión. Es de Romanos 13:

"Todos deben someterse a las autoridades establecidas. Porque no hay autoridad que no venga de Dios, y las que hay, fueron puestas por el. Así que quien se opene a la autoridad va en contra de lo que Dios ha ordenado. Y los que se oponen seran castigados."

Es un versículo interesante en relación a la fiesta de hoy: la Ascensión de Jesús. La lectura de Efesos descibe como el Padre ha puesto a Jesús "a su derecha en el cielo, por encima de todos los ángeles, principados, potestades, virtudes y dominaciónes..." Obviamente el estado no tiene la autoridad final. Recibe su autoridad de Dios - pero la autoridad final pertenece a Jesús. Unas conclusiones siguen:

Primero, si honramos a Cristo, debemos honrar a toda autoridad legítima. San Pablo escribía a personas que vivían en el centro de un imperio poderoso. Vieron la corrupción y venalidad de los gobernantes romanos. Sin embargo, les dice que respeten y obedezcan a los que gobiernan. En adición, San Pablo sabía que un oficial romano había hecho el acto mas injusto de toda la historia humana: la ejecución cruel del único hombre completamente inocente. No obstante, San Pablo nos instruye no rebelarnos en contra de los en autoridad.

Después de reconocer nuestro deber a la autoridad legítima, hay algo que debemos decir inmediatemente: la autoridad humana jamás puede tener la última palabra. Esa pertenece a él que ha tomado su lugar a la derecha del Padre. Cuando la autoridades en Jerusalen trataron de callar a los apostoles, Pedro replicó, "Tenemos que obedecer a Dios antes que a los hombres."

Uno de los mártires mexicanos ilustra este principio. San Mateo Correa Magallanes era una sacerdote en México durante el tiempo de persecución. La autoridad local, el General Eulogio Ortiz lo arrestó. Le dijo que iba a ejecutar un grupo de rebeldes, pero primero querría que el sacerdote oyera sus confesiónes. Cuando los prisióneros terminaron de confesarse, el general le dijo, "Ahora va usted a decirme lo que esos bandidos le han dicho en confesión."

El padre Mateo respondio, "Jamás lo haré." Furioso, el general le dijo que iba a fusilarlo. El padre Mateo replico, "Puede hacerlo, pero no ignora usted, general, que un sacerdote debe guardar el secreto de la confesión. Estoy dispuesto a morir." Así era. El 6 de febrero de 1927, con su propia pistola, el General Ortiz mató a San Mateo Correa.

El caso de San Mateo Correa, quizás, es extremo. Sin embargo, muestra un principio básico. Sí, como Cristianos, debemos obedecer la autoridad legítima - si no van en contra la ley de Dios. Mientras mostramos respeto para los oficiales civiles (aun los corruptos), no les damos el primer lugar. Ese pertenece a el que se sienta a la derecha del Padre encima de todo poder y autoridad. Rezamos por los que nos gobierna - aun si no eran nuestros candidatos - y los honramos. Pero guardamos el honor mayor para el Señor. Junto con el salmista, decimos: "Asciende de entre aclamaciones, el Señor al son de trompetas."

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