Adorar el Cuerpo y la Sangre

(Homilía para El Cuerpo y La Sangre de Cristo, Año B)

“Nadie come esta carne sin anteriormente adorarlo.” – San Agustín*

Como la cita de Agustín indica, desde los tiempos antiguos los cristianos han adorado el Cuerpo y la Sangre de Cristo. ¿Qué significa? Adorar es una palabra que reservamos para Dios porque Él es la fuerte todo valor, bondad, belleza y ser. Cuando lo reconozcamos, estamos adorando a Dios. No obstante, el acto de adoración es mucho más que algo cerebral. Implica emociones profundas porque ante Él somos indignos y dependientes. Naturalmente deseamos expresar esas emociones por un acto externo: canto, repetición, incienso, sacrificio, silencio, genuflexión u otras acciones fuera de lo diario.

¿Pero porque adorar el pan y el vino durante la misa? O, como aquí en Sagrada Familia, ¿poner la hostia en un recipiente de vidrio para adoración perpetua? Un ministro protestante dio la mejor respuesta. Le dijo al Padre John Corapi, “Si yo creyera lo que Uds. los católicos creen sobre la Eucaristía, no solamente me arrodillaría, sino me caería en el piso.”

El padre Corapi replicó, “¡Tu no estás lejos del Reino de Dios!” Después de seis meses, aquel hombre entró en la RICA (Rito de Iniciación Cristiana para Adultos) para hacerse católico.

El pan y el vino son signos, pero por el poder del Espíritu Santo y las palabras de consagración, vienen a ser el verdadero Cuerpo y Sangre de Jesús. El gran historiador de la iglesia primitiva, J. N. D. Kelly (el mismo un protestante) escribió, “Enseñanza eucarística desde el inicio, era en general realista, es decir, el pan y vino consagrados eran tratados y designados como, el cuerpo y sangre del Salvador.” (Early Christian Doctrines, 440) Comenzando con Ignacio de Antioquia (110 A.D.) cita una gama amplia de Padres del Este y Oeste que tomaron al pie de la letra lo que Jesús dijo, “Esto es mi cuerpo.”

En el siglo dieciséis, hombres como Zwingli se desviaron de la enseñanza Antigua. Para él, la Eucaristía era “un signo desnudo” (signum nudum) que nosotros vestimos con entendimiento personal. En su debate con Zwingli, Martín Lutero escribió en el piso, Hic est enim Corpus Meum (Esto es mi cuerpo) y subrayó est.

Muchos católicos han vivido - y muerto - por la Eucaristía. El 23 de junio de 1996, el papa Juan Pablo beatificó tal hombre. Como estudiante de teología, Carlos Leisner organizó grupos juveniles católicos en Alemania de los Nazis. Por esa actividad la Gestapo lo arrestó y lo envió al campamento de concentración en Dachau, Baviera. El 17 de diciembre de 1944, el obispo francés Gabriel Piquet, admitido al campamento con ayuda de autoridades religiosas locales, lo ordenó. El Padre Leisner estaba tan enfermo con tuberculosis que tenía que postergar su primera misa por una semana. Con gran riesgo y sacrificio celebró la misa por si mismo y los otros presos. Todavía en el campamento cinco meses después, cuando los aliados lo liberaron, fue transferido a un hospital donde murió el 12 de agosto de 1945. Para el Beato Carlos Leisner la Eucaristía significaba más que cualquier consideración terrenal. Adoraba el Cuerpo y Sangre de Jesús.

La liturgia de hoy nos invita renovar nuestra fe en el Cuerpo y Sangre de Jesús. Como la sangre que Moisés derramó sobre el altar y el pueblo, no uno en un pacto sagrado (alianza) con el Señor. (Ex 24:8) Limpia nuestras conciencias de las obras de muerte. (Heb 9:14) ¿Podemos tener mayor motivo para adorar su Cuerpo y Sangre?

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*Ver Enarrationes in Psalmos 98, 9

English Version

De los Archivos:

Cuerpo de Cristo 2007: El Pan de Cada Dia
2006: Lenguaje del Cuerpo
2005: Reverencia Para La Eucaristía
2004: ¿Comunión Para Kerry?
2003: Adorar el Cuerpo y la Sangre
2002: Pan Partido
2001: La Eucaristía Va Por Medio De Todo

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