Esta noche oímos como Jesús participó en un ritual antiguo y instituyó un rito nuevo. Para explicar lo que el ritual cumple, el evangelista católico Mark Shea da esta comparación:

Agarrando el teléfono, ella desesperadamente trató de llamar a alguien para ayuda. Sin embargo, no podía recordar el numero de su mayor amiga. Pero en aquel momento algo notable sucedió: levantando el teléfono, ella descubrió que su mano sabía los números que su cerebro no podía verbalizar. Alcanzó a su amiga y recibió ayuda.

Ningún mandato de Jesús ha sido tan observado como el que Pablo “recibió del Señor” y entregó a los corintios: Hagan esto en conmemoración de mí. ¿Quién puede calcular el numero de misas celebradas desde que Jesús reunió sus discípulos para aquella Ultima Cena? El Nuevo Testamento hace varias referencias a los primeros cristianos reunidos para la “fracción del pan.” Los padres de la Iglesia escribieron volúmenes para explicar la presencia real de Jesús en el pan eucarístico. Casi dos mil años mas tarde, la Iglesia tiene un medio millón de sacerdotes que cumplen diariamente el mandato de Jesús – Hagan esto en memoria mía.

Uds. que vienen a la Misa de la Ultima Cena valoren la Eucaristía. Casi todos van a la misa cada domingo, muchos de Uds. diariamente. Quizás algunos les cuestionan sobre el beneficio de tal repetición. Después de contar de la muchacha que cuya “su mano sabía los números,” Mark Shea da este comentario:

Pienso en este cuento cuando algunos hablan del ritual o liturgia como algo sin sentido. Muchos en nuestra cultura equivalen “entendimiento” (especialmente de cosas religiosas) sencilla y solamente con la habilidad de articular verbalmente unas ideas y pensamientos. Creen que, si alguien no puede dar una descripción punto por punto de su relación con el Señor que la relación es dudosa. Así, Católicos (quienes muchas veces no son muy verbales en su fe y hacen la misa cosa día tras día, semana tras semana, mes tras mes, año tras año) son sospechosos de ser miembros de los “escogidos congelados”” ritualistas muertos espiritualmente que tienen la forma del evangelio mientras no experimentan su realidad. Todos los signos de la cruz. Todo el pararse e hincarse. ¿Dónde esta el verdadero conocimiento del Señor en tales rituales?

El Católico ortodoxo responde: En nuestros cuerpos, no solamente en nuestras cabezas, precisamente como la mujer que tenia el conociemiento del numero de telefono de su amiga en su mano tanto como en su cabeza.

Esta noche alegremente – y con el mayor conocimiento posible – observamos el mandato de Jesús: ¡Hagan esto!

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