Comenzamos la Semana Santa uniéndonos a los que gritan, "¡Que su sangre caiga sobre nosotros!" (Mt 27:25) El grito tiene dos significados.

En su nivel más obvios, significa la aceptación de culpabilidad. Aun hoy hablamos de "tener sangre en las manos," es decir, haber cometido un crimen. Las pruebas de ADN pueden establecer culpabilidad con una cantidad pequeña de sangre - y aun después de muchos años. Parece increíble, pero las lecturas de hoy son como una prueba teológica de ADN que indican que tu y yo tenemos la sangre de Jesús en nuestras manos. Mis pecados y los tuyos lo han puesto en la cruz. Tenemos una sola opción - aceptar la culpa y suplicar misericordia.

Esa súplica nos conduce al segundo sentido de la Sangre de Jesús. Invocar su sangre sobre nosotros es pedir la Misericordia Divina. Eso es lo que quisiera recomendar para la Semana Santa. Muchos van a hacer la Novena de la Misericordia Divina. Les invito hacerlo también. He puesto en el boletín la Corona a la Divina Misericordia y las intenciones para cada uno de los nueve días. La Novena comienza el Viernes Santo y concluye "El Domingo de la Misericordia Divina," es decir, el Segundo Domingo de Pascua. Ese día escuchamos el Evangelio donde Jesús instituye el Sacramento de Reconciliación.

Para recibir la plenitud de la Misericordia Divina les invito a hacer una buena confesión. El jueves después de Pascua (4 de abril) habrá confesiones en nuestra iglesia desde las 4 p.m. a las 8 p.m.

Ahora es el momento para recibir la Sangre de Jesús sobre ti: reconocer tu culpabilidad y permitir que su océano de misericordia fluye sobre ti.

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