La Hora de la Divina Misericordía

(Homilía para Viernes Santo)

Acabamos de oir tres presentaciones de la Pasion de Cristo. El profeta Isaias vislumbra un hombre de sufrimiento que daría su vida como "una expiación." Iba a cargar nuestras enfermedades; pagaría el precio por nuestros actos crueles; ganaría perdón por nuestros crimenes. En la Carta a los Hebreos hemos escuchado de un sumo sacerdote que puede compadecerse de nuestras debilidades. A pesar de tener las mismas pruebas, no se cayó. Es como un arbol fuerte que sobrevive un huracán mientras las otras se cayen. Solamente aquel arbol experimentó la plena violencia de la tormenta. Así es nuestro sumo sacerdote. Así San Juan lo presenta. Jesús claramente está en control. Dice a Pilatos, "No tendrás ninguna autoridad sobre mí, si no te hubieran dado de lo alto." De hecho Pilatos cayería tan pronto como subió. (Josefo escribe que el emperador le quitó después de un masacre no justificado de samaritanos.) Jesús sabía que los que le perseguía iban a pasar de la escena, pero que el duraría para siempre. No significa que sufriría. No, a pesar de ser Dios, poseía - y sigue poseendo - la misma carne humana como nosotros.

Vemos la batalla espiritual vivida mas dramaticamente durante la Semana Santa. Acabamos de escuchar a la Pasión según San Marcos. Para nosotros como cristianos es el evento más importante dentro de la historia humana – el día cuando Jesús llevó nuestros pecados a Calvario. Para nosotros como católicos esto no es solamente un evento pasado, sino algo que experimentamos cada vez que venimos a la misa. ¿Has notado como el sacerdote siempre consagra el pan y el vino aparte? El pan viene a ser el Cuerpo de Cristo y el vino su Preciosísima Sangre. Cuando la sangre está separada del cuerpo, significa la muerte. Venir a la misa es como estar al pie de la cruz, mientras la Sangre de Cristo está derramada por nosotros. Pero no estamos solos. Nos unimos con la Virgen Madre, Santa María Magdalena y Juan, el discípulo querido, y todos los ángeles y santos.

La descripción dada por San Juan me hace recordar el hombre que mencioné anoche - que le pidió acompañarnos durante estos días: el Beato Luís Magaña Servin. Anoche les conté un poco sobre su vida, especialmente su preocupacion con la justicia social, su devoción a Jesus en el Santísimo Sacramento y su matrimonio a Elvira Camarena. Ahora me gustaría contarles sobre su muerte. Teniendo solamente veinticinco años, tuvo un negocio exitoso que a veces le requirió a viajar. Un día soldados lo buscaban, sospechando que estaba involucrado en la rebelion armada contra el gobierno. No encontrando a Luís, arrestaron a su hermano menor, Delfino. Cuando Luís regresó a la casa, le contaron la noticia. Manteniendo su tranquilidad, se bañó, se afeitó y puso su mejor traje. Reunió a su familia y les dijo que iba a ir a la estacion de policias para pedir que dejaran salir a su hermano. Se arrodilló ante sus papás y le dieron una bendicion. Levantó a su pequeno hijo, Gilberto, y lo abrazó. Elvira, que estaba embarazado con el segundo hijo, l envolvió en sus brazos y le dio un beso final. Entonces caminó a la plaza principal de Arandas y pidió a general que le permitiera tomar el lugar de Delfino. El general le acusó de ser un rebelde armado. No era la verdad. Sí, apoyó la rebelion espiritualmente, pero el mismo era un pacifista. El general no le creyó y dio la orden de ejecucion. Le condujeron a un lugar ante el templo de la parroquia. Por supuesto, mucha gente se reunió. Oyeron a Luís decir:

"Yo no he sido nunca ni cristero ni rebelde, como ustedes me acusan. Pero si de cristiano me acusan, sí lo soy, y por eso estoy aquí para ser ejecutado. Soldados que me van a fusilar, quiero decirles que desde este momento quedan perdonados y les prometo que al llegar ante la presencia de Dios serán los primeros por los que yo pida. ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva Santa María de Guadalupe!"

Con esas palabras murió. Unos meses mas tarde, Elvira dio a luz a una bebita que nombró Luísa. El 20 de noviembre, 2005, bajo la autoridad del Papa Benedicto Dieciseis, Luís fue beatificado ante una congregacion enorme en el estado de Guadalajara. En la homilia el Cardenal Martins señaló el tiempo su muerte: el 9 de febrero, 1928, a las tres de la tarde - la hora de la divina misericordía. Beato Luís Magaña, ruega por nosotros.

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De los Archivos:

Homilía 2009: Aprendio a Obedecer
2008: Segun Tu Palabra
2007: El Ha Asumido Nuestros Sufrimientos
2006: La Hora de la Divina Misericordía
2005: La Conversión de Barrabás
2004: ¿Por Qué Tenía que Morir Jesús?
2003: El Anfitrión
2002: Testimonio del Obispo Dolli
2001: Sangre de Su Costado

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