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PABLO NERUDA

 

Me gustas cuando callas porque estás como ausente,

y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.

Parece que los ojos se te hubieran volado

y parece que un beso te cerrara la boca.

Como todas las cosas están llenas de mi alma,

emerges de las cosas, llena del alma mía.

Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,

y te pareces a la palabra melancolía.

Me gustas cuando callas y estás como distante.

Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.

Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:

déjame que me calle con el silencio tuyo.

Déjame que te hable también con tu silencio

claro como una lámpara, simple como un anillo.

Eres como la noche, callada y constelada.

Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.

Me gustas cuando callas porque estás como ausente.

Distante y dolorosa como si hubieras muerto.

Una palabra entonces, una sonrisa bastan.

Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.

 

 

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo:"La noche está estrellada,

y tiritan, azules, los astros, a lo lejos".

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.

La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.

Como no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.

Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.

La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.

Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.

Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.

Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.

Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.

Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.

Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,

mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,

y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.

 

GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER

 

Asomaba a sus ojos una lágrima

y a mi labio una frase de perdón;

habló el orgullo y se enjugó su llanto,

y la frase en mis labios expiró.

 

 

Yo voy por un camino: ella, por otro;

pero al pensar en nuestro mutuo amor,

yo digo aún ¿por qué callé aquel día?.

Y ella dirá ¿Por qué no lloré yo?.

 

 

¿Que es poesía?, dices mientras clavas

en mi pupila tu pupila azul;

¡Que es poesía! ¿Y tú me lo preguntas?

Poesía... eres tú.

 

 

Hoy la tierra y los cielos me sonríen,

hoy llega al fondo de mi alma el sol,

hoy la he visto... la he visto y me ha mirado...

hoy creo en Dios.

 

CALDERÓN DE LA BARCA

 

Es verdad, pues: reprimamos

esta fiera condición,

esta furia, esta ambición,

por si alguna vez soñamos.

Y sí haremos, pues estamos

en mundo tan singular,

que el vivir sólo es soñar;

y la experiencia me enseña,

que el hombre que vive, sueña

lo que es, hasta despertar.

Sueña el rey que es rey, y vive

con este engaño mandando,

disponiendo y gobernando;

y este aplauso, que recibe

prestado, en el viento escribe

y en cenizas le convierte

la muerte (¡desdicha fuerte!):

¡que hay quien intente reinar

viendo que ha de despertar

en el sueño de la muerte!

Sueña el rico en su riqueza,

que más cuidados le ofrece;

sueña el pobre que padece

su miseria y su pobreza;

sueña el que a medrar empieza,

sueña el que afana y pretende,

sueña el que agravia y ofende,

y en el mundo, en conclusión,

todos sueñan lo que son,

aunque ninguno lo entiende.

Yo sueño que estoy aquí,

destas prisiones cargado;

y soñé que en otro estado

más lisonjero me vi.

¿Qué es la vida? Un frenesí.

¿Qué es la vida? Una ilusión,

una sombra, una ficción,

y el mayor bien es pequeño;

que toda la vida es sueño,

y los sueños, sueños son.

 

MARIO BENEDETTI

 

Tus manos son mi caricia

mis acordes cotidianos

te quiero porque tus manos

trabajan por la justicia.

Si te quiero es porque sos

mi amor mi cómplice y todo

y en la calle codo a codo

somos mucho más que dos.

Tus ojos son mi conjuro

contra la mala jornada

te quiero por tu mirada

que mira y siembra futuro.

Tu boca que es tuya y mía

tu boca no se equivoca

te quiero porque tu boca

sabe gritar rebeldía.

Si te quiero es porque sos

mi amor mi cómplice y todo

y en la calle codo a codo

somos mucho más que dos.

Y por tu rostro sincero

y tu paso vagabundo

y tu llanto por el mundo

porque sos pueblo te quiero.

Y porque amor no es aureola

ni cándida moraleja

y porque somos pareja

que sabe que no está sola.

Te quiero en mi paraíso

es decir que en mi país

la gente viva feliz

aunque no tenga permiso.

Si te quiero es porque sos

mi amor mi cómplice y todo

y en la calle codo a codo

somos mucho más que dos.

 

 

Defender la alegría como una trinchera

defenderla del escándalo y la rutina

de la miseria y los miserables

de las ausencias transitorias

y las definitivas.

Defender la alegría como un principio

defenderla del pasmo y las pesadillas

de los neutrales y de los neutrones

de las dulces infamias

y los graves diagnósticos.

Defender la alegría como una bandera

defenderla del rayo y la melancolía

de los ingenuos y de los canallas

de la retórica y los paros cardiacos

de las endemias y las academias.

Defender la alegría como un destino

defenderla del fuego y de los bomberos

de los suicidas y los homicidas

de las vacaciones y del agobio

de la obligación de estar alegres.

Defender la alegría como una certeza

defenderla del óxido y la roña

de la famosa pátina del tiempo

del relente y del oportunismo

de los proxenetas de la risa.

Defender la alegría como un derecho

defenderla de dios y del invierno

de las mayúsculas y de la muerte

de los apellidos y las lástimas

del azar y también de la alegría.

 

GABRIELA MISTRAL

 

Tú no oprimas mis manos

Llegará el duradero tiempo

de reposar con mucho polvo

y sombra en los entretejidos dedos.

Y dirías: No puedo

amarla, porque ya se desgranaron

como mieses sus dedos.

Tú no beses mi boca.

Vendrá el instante lleno

de luz menguada, en que estaré sin labios

sobre un mojado suelo.

Y dirías: La amé, pero no puedo

amarla más, ahora que no aspira

el olor de retamas de mi beso.

Y me angustiara oyéndote,

y hablaras loco y ciego,

que mi mano será sobre tu frente

cuando rompan mis dedos,

y bajará sobre tu cara llena

de ansia, mi aliento.

No me toques, por tanto. Mentiría

al decir que te entrego

mi amor en estos brazos extendidos,

en mi boca, en mi cuello,

y tú, al creer que lo bebiste todo,

te engañarías como un niño ciego.

Porque mi amor no es só1o esta gravilla

reacia y fatigada de mi cuerpo,

que tiembla entera al roce del cilicio

y que se me rezaga en todo vuelo.

Es lo que está en el beso, y no es el labio;

lo que rompe la voz, y no es el pecho:

¡es un viento de Dios, que pasa hendiéndome

el gajo de las carnes, volandero!

 

CLAUDIA LARS

 

En un lugar del alma, entre muros de olvido

y en arenas estériles, se entierran los amores

que nos nacieron muertos; y en tierra bendecida,

donde sueño tras sueño la vida siembra flores,

los que ya comenzaban a fabricar su nido,

cuando los alevosos minutos cazadores

les hirieron el alma... y los que sólo han sido

semaritano ungüento para nuestros dolores.

Yo sé que a esos sepulcros se les debe el tributo

que exigen del espíritu sus urnas de misterio...

Pero por esos muertos nunca visto de luto,

y al entrar en mí misma, ese lugar esquivo...

¡que en una de las urnas de ese mi cementerio,

hay un amor que tuve que lo enterraron vivo!

 

JORGE MANRIQUE

 

Recuerde el alma dormida,

avive el seso y despierte

contemplando

cómo se pasa la vida,

cómo se viene la muerte

tan callando :

cuán presto se va el placer,

cómo después de acordado

da dolor,

cómo a nuestro parecer

cualquiera tiempo pasado

fué mejor.

Y pues vemos lo presente

cómo en un punto es ido

y acabado,

si juzgamos sabiamente,

daremos lo no venido

por pasado.

No se engañe nadie, no,

pensando que ha de durar

lo que espera

más que duró lo que vió,

porque todo ha de pasar

por tal manera.

Nuestras vidas son los ríos

que van a dar en la mar,

que es el morir:

allí van los señoríos

derechos a se acabar

y consumir;

allí los ríos caudales,

allí los otros medianos

y más chicos;

allegados, son iguales

los que viven por sus manos

y los ricos.

 

CECILIA AVENDAÑO

 

Pequeño Espacio

¿Qué hacer cuando todo termine?

¿Adónde iran las ideas

que no he proyectado,

y las palabras no pronunciadas?

¿Existirá un espacio, pequeño

como un mundo,

para ocultar los miedos,

cuando el disfraz no exista?

¿Seré yo, sólo un abismo

y mis ojos dos huecos,

y mis manos tan suaves,

un infierno infinito?