Los Traidores

(Homilía Domingo 27o Ordinario, Año A)

Este domingo escuchamos la tercera parábola de la viña. Llena de violencia, tiene un tono de mal agüero. En un nivel – ciertamente lo mas profundo – ha sido cumplida en la Pasión. Sin embargo, se aplica a cada generación de cristianos. Jesús predice que algunos de los trabajadores de la viña van a rebelar contra el dueño (Dios mismo) y usarla para sus propios fines. Es difícil no ver la parábola como profecía del escándalo de abuso sexual.

En su libro From Scandal to Hope, el padre Benedict Groeschel examina las raíces del escándalo. Muestra como la deslealtad fluyó por seminarios, universidades, diócesis y parroquias. Quizás el caso más increíble fue el padre Paul Shanley que asistió en la fundación de la North American Man-Boy Love Association en 1979. Dio charlas en seminarios y parroquias, manteniendo que la “homosexualidad es un don de Dios y debe de ser celebrada” y que no había ninguna actividad sexual que causa daño psicológico, “ni el incesto ni bestialidad.”

Desde luego, Paul Shanley es un caso extremo, pero el evangelio de liberación sexual muchas veces fue presentado en una forma más suave. Comentando sobre el Dr. Martín Luther King y el movimiento de derechos civiles en los años sesenta, el padre Fr. Richard John Neuhaus notó:

“Era común entre activistas decir que hubo muchos pasajes bíblicos que condenan la inigualdad de riquezas y otras injusticias y pocos que condenan la mala conducta sexual. Religión convencional fue criticada por su preocupación con ‘moralidad desde el ombligo para abajo.’ Entre los liberales hasta hoy día son llamadas “preocupaciones pélvicas.’” (Remembering Martin Luther King, Jr.)

Con esta preparación, el padre Charles Curran no tuvo dificultad en convencer a setenta y siete teólogos a firmar una protesta contra la encíclica Humanae Vitae. Unos años después, la Sociedad Católica Teológica (CTS) publicó Human Sexuality: New Directions in American Catholic Thought, un estudio que dio campo para cohabitación, adulterio y homosexualidad.

En esos días yo era un sacerdote joven, pero recuerdo que las personas diciendo tales cosas eran hombres serios y, sí, ofrecieron mucho campo para diferentes expresiones sexuales. No era una coincidencia que los cuatro sacerdotes recientemente quitados de su ministerio aquí en Seattle fueron, como yo, formados en aquel ambiente. De hecho, cometieron sus crímenes al mismo momento que la CTS fue poniendo la moralidad sexual “al día.”

Pues, estamos cosechando los frutos: casos legales, humillación publica, perdida de credibilidad, hombres inocentes acusados y hombres arrepentidos metidos en la basura. Los medios de comunicación nos han dado una vislumbre de la destrucción enorme a la viña. Lo han hecho muy selectivamente y con una cierta burla porque los escándalos bajan una autoridad moral que ellos, mayormente, rechazan. Pero la atención ha tenido una consecuencia que ellos no previeron. Ha despertado a católicos a la traición de la viña que al final de las cuentas es la destrucción, o sea, la damnación de almas eternas.

En su capítulo final, el Padre Groeschel pregunta, “¿El escándalo sacude tu fe en la Iglesia?”

Y responde, “Espero que sí, porque finalmente tu fe no debe ser enfocada en la Iglesia, sino a Cristo y a causa de él aceptamos a la Iglesia. Apoyamos la Iglesia. Creemos y pertenecemos a la Iglesia porque Cristo la estableció sobre sus apóstoles.”

Es lo que vemos en el evangelio de hoy. El dueño de la viña es Dios – y él cuidará por su Iglesia, no por un documento de un comité, sino por levantar santos, hombres y mujeres que cuidarán por la viña.

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