Durante su gestión sobreviene el desafío de
Goliat, quién
era poseedor de una tremenda contextura física, ya que su
estatura rondaba los tres metros, además utilizaba casco de
cobre, una muy pesada armadura compuesta por escamas de hierro,
similares a las de los peces que protegen todo su cuerpo
permitiendo a su vez movilidad. Sus piernas eran resguardadas
por botas altas de cobre y su cuello por un agregado del mismo
metal que salía del casco y se deslizaba por los hombros. Además
estaba fuertemente armado y sostenía un gran escudo para mayor
seguridad. Su imagen provocaba pánico
entre la multitud. Así decide que consigan un
contrincante para él, que de resultar vencedor, su pueblo (Filisteos)
serviría a Israel; de lo contrario, si Goliat derrota a su
rival, Israel sería el esclavo.
Buscan quién pueda enfrentar al gigante, y se
postula David, hijo de Ishai, quién es rechazado por el rey
Shaul, haciendo alusión a que es muy joven y carente de
condiciones para triunfar en la batalla.
David apela y relata al primer mandatario parte
de sus hazañas, le informa de su trabajo como pastor del rebaño
de su padre, y acota que en cierta ocasión “vino un león y
un oso; tomó (el león) una oveja del rebaño,
salí detrás suyo y la rescaté de su boca; entonces se
levantó contra mi, lo tomé por sus barbas, lo golpeé y terminé
con su vida. También el oso con
sus dos crías y los dos cachorros del león golpeó tu siervo;
y será ese filisteo incircunciso como uno de ellos (en mis
manos), con la ayuda de Hashem”.
Dijo entonces el rey, “¡Ve, y que Hashem esté
contigo!”.
El monarca otorgó al desafiante un casco de
cobre, armadura, y todo lo necesario para el combate. Sin
embargo, el joven vio que era muy pesado todo este armamento y
desistió de vestirlo, tomó su bastón de pastor, algunas
piedras finas y lisas del arroyo, su mochila y una honda. Así
se acercó a la contienda.
Goliat subestimó al muchacho, pues era joven y
de bello aspecto, lo cual indicaba que no tendría experiencia
en batallas. Le dijo “¿Soy acaso un perro que vienes hacia mi
con un palo?”. Lo maldijo y agregó “Ven hacia mi y daré de
tu carne a las aves de los cielos y a los animales del campo”.
Contestó el joven “Tu vienes hacia mi con
espada y armadura y yo vengo hacia ti en el nombre de Hashem. En
este día te encerrará Hashem en mi mano, te golpearé, separaré
tu cabeza de sobre ti y daré de tu cuerpo a las aves de los
cielos y a los animales del campo. Y sabrá toda la tierra que
existe Hashem, el Di-s de Israel”.
Finalmente ocurrió como dijo, David insertó
con su honda una piedra en la sien de Goliat, este cayó, el
muchacho tomó la espada del filisteo, le cortó la cabeza y la
llevó a Jerusalem.
Luego de estos hechos, la multitud comenzó a
alabar más a David que al rey y este, por celos, intentó
liquidarlo en varias oportunidades. Hasta que finalmente Shaul
abandona este mundo y toma el poder el vencedor de Goliat
a la edad de treinta años.
Muchas guerras terminaron con el triunfo del
nuevo monarca de Israel, quién no se apartó del camino de
Hashem. Le nace un hijo al que llama Shelomó, y al que ungió a
la edad de doce años.
David reinó por espacio de cuarenta años y
falleció teniendo setenta. Luego asumió su hijo de tan corta
edad como primer mandatario del pueblo judío.
El nuevo conductorla nación tomó como esposa a
la hija del Faraón, rey de Egipto, y la trajo a la ciudad de
David, su padre hasta culminar la construcción de su propia
vivienda, la casa de Hashem (el Templo Sagrado) y la muralla de
Jerusalem.
Cierta noche se revela Hashem a Shelomó en sueño
y le expresa “Solicita que es lo que te daré”.
El joven solo pide un corazón apropiado para
comprender como juzgar al pueblo, y para discernir entre lo
bueno y lo malo – haciendo alusión a que aun es solo un niño,
y no acumuló la sabiduría (experiencia) que llega a través
del tiempo.
Hashem concede del mandatario y además agrega
otros presentes a lo requerido por el muchacho, como ser: una
vasta riqueza y honores como jamás vio celebridad alguna que
pisó este mundo.
Las facultades con las que fue dotado el joven
monarca surtieron efecto y se difundió su capacidad por todo
Israel. Esto a posteriori de una disputa entre dos mujeres poco
pulcras que llegan al rey para que juzgue cual de ellas tiene la
razón. Relatan que comparten la misma habitación y viven solas;
y que cada una dio a luz un varón, pero cierta noche una de las
señoras despierta con uno de los recién nacidos a su lado, sin
vida. Entonces acusa a su compañera de haberle cambiado el bebé.
La cuestión es que las dos madres reclaman ser
la primogenitora del que quedó vivo por lo que exigen que se
haga justicia.
El rey Shelomó ordena cortar al chico por la
mitad y que le sea entregada una parte a cada una. Sin embargo,
antes que se haga algo, despierta el piadoso amor de la
verdadera madre, la que ruega que no maten al niño, y que se lo
entreguen a la otra mujer.
Controvertidamente, la otra mujer solicita que
se proceda a la ejecución del dictamen.
Inmediatamente el premier ordena que se
restituya el bebé a su verdadera madre que es quién pidió
piedad.
Tras escuchar la sabiduría con la que resolvió
el rey este pleito, todo el pueblo temió delante del mandatario,
pues apreciaron que hay en él comprensión proveniente de
Hashem para resolver cuestiones judiciales.
Luego, cuando ya estuvo bien afianzado en su
gobierno, cuatro años después de haber asumido, construye la
casa de Hashem como le había encomendado su padre, el rey
David. Evento que tiene lugar cuatrocientos
ochenta años después de haber salido el pueblo de Egipto.
Se cuenta una emocionante historia alusiva sobre
porqué el Sagrado Templo fue erigido
en el monte Moriá:
En ese preciso sitio, existía un campo, cuyo
propietario era además padre de dos hijos. Llega el día en el
que el alma del dueño del campo se separa del cuerpo. Es
entonces, cuando los herederos deben repartir la herencia. Uno
de los hermanos piensa: “Yo soy soltero, y no tengo muchos
gastos; en cambio mi hermano es casado, con hijos, y debe
mantener su casa y la familia; no está bien que nos quedemos
con la mitad cada uno” – y le cedió su parte.
El otro pensó: “Yo tengo mi mujer, mis chicos,
una vivienda confortable; en cambio mi hermano, no posee estas
alegrías, no es justo que nos repartamos la herencia en partes
iguales, por lo menos, que disfrute de esto” – y le otorgó
su parte.
Al escuchar esto el conductor de Israel, emitió
su veredicto: “Que mejor que construir la casa de Hashem donde
reina la hermandad!”.
El templo fue inaugurado, el
rey bendijo al pueblo y la celebración se prolongó por espacio
de siete días. Luego se conmemoró por otra semana completa, la
fiesta de las cabañas (Sucot), en la que se recordaba la salida
de Egipto.
Al día siguiente, el primer mandatario envió a
la multitud, y estos bendijeron al monarca antes
de emprender el retorno a sus tiendas.
El rey Shelomó gobernó por
espacio de cuarenta años y luego, a la edad de cincuenta
y dos, descansó conjuntamente con sus padres y reinó
su hijo Rejabam tras él.
La casa de Hashem estuvo en pie durante
cuatrocientos diez años, muchos milagros sucedieron por esos
tiempos y muchas maravillas de Hashem podían ser apreciadas.
Pero somos de hecho que permite a carne, y sangre corre por
nuestras venas, por lo que no pudimos resistir la tentación de
ir tras los placeres de este mundo; hecho que provoca se le
otorgue permiso por parte de Hashem a Nabucadnetzar (Nabucodonosor),
que se encargue de destruir el Templo y exiliar el pueblo a
Babel (Babilonia).
Durante setenta largos años, Israel sufrió las
penas que sobrevienen tras el destierro. Ya que no solo debieron
abandonar su tierra, sino también todas sus propiedades y
pertenencias. Y como si eso fuera poco, se vieron obligados a
soportar el yugo del gobierno de Nabucadnetzar rey de Babel.
Al cabo de cuatrocientos ochenta años del
primero (cuatrocientos diez estuvo en pie y setenta años de
exilio), es construido el Segundo Templo por medio de los
hombres que subieron de Babel al cesar la opresión.
El día de Rosh Hashaná (año nuevo), se
congregó todo el pueblo judío en la calle que se hallaba
frente al portón de las aguas (Shaar Hamaim), y solicitan a Ezráh
el sabio, traer el pergamino arrollado que contiene la ley de
Moshé ordenada por Hashem a Israel. Asi lo hace, lo lleva
delante de mujeres y hombres, para luego subir a la tarima que
habían preparado especialmente. Pronuncia la bendición, y el
pueblo responde “Amén!, Amén!”. Posteriormente comienza a
leer y los entendidos explicaban a la multitud el contenido de
los versículos, tras lo cual estallaban en llanto, al recordar
que habían pecado contra Hashem; por lo que el profeta Nejemía,
Ezráh y los Levitas (descendientes de Levi, o sea auxiliares de
los Cohanim), hacen saber al pueblo que hoy es un día festivo
(Rosh Hashaná) y no corresponden tristezas ni lutos, sino
festejo y alegría; por lo que la gente
se retira a celebrar la festividad de la mejor manera.
Por ese entonces había que reorganizar y
establecer pautas para que la nación pueda conducirse de manera
apropiada, móvil que incentivó a Ezráh a constituir la Gran
Asamblea, integrada por ciento veinte funcionarios que se
encargarían de todo lo referente a la justicia y seguridad de
los ciudadanos para un mayor bienestar de la población.