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Internacional/Reminiscencias 2006

Navidad políticamente incorrecta

La palabra Christmas regresó al vocabulario del comercio y los buenos deseos en Estados Unidos luego de un ominoso destierro. ¿Será el inicio de una contraofensiva hacia  una corriente que promueve la censura?

DICIEMBRE, 2006. A mediados del 2002 los multiculturalistas obtuvieron una importante victoria al convencer (algunos dirían obligar) a las empresas más grandes de Estados Unidos a sutituir el término "Christmas". ¿La razón? Al tratarse de una celebración eminentemente cristiana, arguyeron los activistas, se ofendía a quienes no profesaban esa religión. Se trataba pues de imponer la intolerancia a través de una supuesta tolerancia.

Se salieron con la suya: las tiendas departamentales más importantres sustituyeron la palabra "Christmas" por "Holidays" (Vacaciones) mientras que su personal fue aleccionado para que dijera a sus clientes "felices fiestas" en vez de "feliz navidad". Era una manera de contemporizar con los multiculturalistas. (Por cierto, la publicidad también fue modificada para la comunidad hispana; los anuncios en español, al suplir "Navidad" por "Vacaciones" dejaron un mensaje vago, confuso. Por cierto, los activistas también habían sugerido suprimir la palabra "feliz" por considerar que ofendía a quienes en esa época del año se sentían deprimidos. Afortunadamente semejante tontería no prosperó.

Pese a las protestas de los consumidores, las tiendas continuaron deseando "felices vavaciones" a sus clientes, incluidos los Santa Clauses a quienes se amordazó para que no externaran la "palabra N". Lo curioso es que, hasta entonces, nadie se había sentido insultado en territorio norteamericano por expresarle lo mejor para la Navidad, aunque se tratara de un judío, un musulmán o un shintoísta, cuyas religiones no siguen esta tradición cristiana.

La segunda ridiculez estriba precisamente en ese punto: Estados Unidos es un país mayoritariamente cristiano, de modo que querer suprimir la palabra "Christmas" del vocabulario es lo mismo que coartar la libertad de expresión en un país que la ha defendido por más de tres siglos y, segundo, se trata de una celebración que es parte de la identidad norteamericana.

Finalmente y luego de una fuerte presión y aun amenazas de boicot por parte de millones de consumidores, la palabra "Christmas" regresó al vocabulario en la publicidad de las tiendas departamentales más grandes de ese país. Wal-Mart, Bloomingdale's y Sears, entre otros, anunciaron que incluirían ese término tras discutirlo con sus abogados y concluir que no había nada ofensivo en su utilización. Solamente establecimientos como BestBuy optaron por su póliza de mantener desterrada la palabra. "No nos vemos en la necesidad de entrar en la controversia", dijo una de sus voceras a la agencia AP.

Por supuesto que lo anterior representa una gran noticia. Los consumidores han tomado la primera contraofensiva hacia los activistas políticamente correctos que durante casi 10 años habían impuesto sus convicciones prácticamente sin encontrar resistencia. Lo PC, como hemos escrito anteriormente, nació en las universidades y de ahí se trasladó a los medios electrónicos y escritos. Ha tenido algunos puntos positivos como, por ejemplo, erradicar las alusiones racistas, aunque sus activistas suelen quedarse callados cuando las agresiones verbales proceden de comunidades consideradas "minoritarias".

Sin embargo al exigir abolir los estereotipos de las caricaturas por considerarlos "ofensivos", y a criticar el uso de tabaco en las películas --contraste que, ya lo anotamos aquí, no incluye las escenas donde se fuma mariguana-- los activistas PC, primos hermanos de los multiculturalistas, cayeron en la más absoluta exageración. Ojalá este sea el inicio para combatir el embate de tales activistas quienes, escondidos en propósitos supuestamente nobles, tienen como propósito implantar la censura más aberrante. Quien no esté de acuerdo en celebrar la Navidad, de acuerdo, que no lo haga. Pero ese mismo derecho también debe abrogarse a quienes sí mantienen la tradición. Con semejante mentalidad, los multicultaralistas han evidenciado su enorme desprecio por las libertades que ellos dicen defender.

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