Mucha
tele de niño predispone a tener una peor salud de adulto
ISABEL PERANCHO
EL MUNDO
Un grupo de menores
participa en un taller escolar para aprender a ver la televisión.
Reducir el consumo de televisión debería ser una
prioridad de salud pública». Así de
categóricos se manifiestan los autores de un estudio
neozelandés que confirma que pasar más de dos horas
diarias ante el televisor durante la infancia y la adolescencia
condiciona un peor estado de salud al llegar a adulto.
Tras seguir el hábito catódico de un grupo de alrededor
de mil chavales desde los tres años hasta que cumplieron los 26,
los investigadores han calculado en qué medida contribuye la
'caja tonta' al empeoramiento de la salud a medio plazo. Así,
después de descartar otros posibles factores causales, le culpan
directamente de un 17% de los casos de obesidad, de un 15% de los
niveles altos de colesterol, de un 17% del tabaquismo y de un 15% de la
deficiente forma física.
Aunque estos efectos no tienen consecuencias clínicas
inmediatas, los autores, que publican sus resultados en el
último 'The Lancet', subrayan que están reconocidos
claramente como factores de riesgo cardiovascular que podrían
dar problemas más adelante.
Las razones de este pernicioso efecto radican, en su opinión, en
que el medio audiovisual ofrece un ocio pasivo que roba el tiempo que
los menores deberían dedicar a otras actividades que implican
más ejercicio. La tendencia al sedentarismo predispone, a su
vez, a la obesidad. En la ganancia de peso influye también la
exposición a la publicidad, que incita a seguir hábitos
dietéticos poco saludables, caracterizados por un alto consumo
de grasas.
Un comentario que acompaña al artículo abunda en esta
idea y apunta que otras investigaciones ya han demostrado que ver
anuncios sobre ciertos alimentos determina que los niños los
elijan, se los pidan a sus padres y éstos se los compren.
Otros estudios han evidenciado, también, que los menores que ven
más la tele tienden a exhibir un mayor consumo calórico.
Por este motivo, David Ludwig, de la Universidad de Harvard (EEUU) y
autor del citado comentario editorial, considera que ha llegado el
momento de «prohibir la publicidad alimentaria dirigida a los
niños».
Respecto al tabaco, aunque no se anuncia directamente, los
investigadores señalan cómo muchos programas y
películas siguen mostrando a gente fumando y numerosos eventos
deportivos tienen como patrocinador a las tabaqueras.
A la vista de estos datos, ¿cuánta televisión
deberían ver los pequeños? y ¿en qué medida
son importantes estos efectos sobre la salud? Aunque no se ha podido
definir un límite de seguridad, los especialistas recomiendan no
superar las dos horas diarias. «Más allá no tienen
tiempo para pasear, jugar o hablar con sus padres», opina Alberto
Bercedo, pediatra del centro de salud de Meruelo (Cantabria).
Según este experto, autor de un estudio sobre el hábito
televisivo de los menores españoles, «idealmente se
debería ver menos de una hora, salvo que haya un control paterno
y se seleccionen los contenidos».
Los estudios nacionales revelan que un porcentaje amplio de nuestros
pequeños y adolescentes sobrepasa esos límites. El 98% ve
la pequeña pantalla todos los días, más de un 70%
se asoma a ella antes de los tres años y cerca de la mitad lo
hace sin la compañía de sus padres.
«Los niños obesos ven como media cinco horas más de
tele que los que no tienen sobrepeso. Y un 50% escoge los alimentos y
juguetes que se anuncian en este medio», añade Bercedo.
«Es una mala niñera», puntualiza Josep
Argemí, catedrático de Pediatría de la Universidad
Internacional de Barcelona, quien destaca que es la tele la que
está educando realmente a muchos menores. Alrededor del 20% de
los niños ya tiene televisor en su habitación.
http://www.elmundo.es/salud/2004/581/1090015204.html
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